miércoles, 23 de noviembre de 2022

J…

 04. Leer escuchando: "Ready or Not" by Fugees.


Una mañana soleada, San se preparaba para su habitual entrenamiento de ciclismo de ruta. Su bicicleta era su compañera fiel, pero también su mayor exigencia. Mientras pedaleaba por una subida empinada, sintió un crujido extraño en el pedal. Un par de kilómetros después, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Decidió desviarse hacia el taller de bicicletas que había visto varias veces en el camino.

El lugar era pequeño pero acogedor, con estantes llenos de herramientas y ruedas colgando del techo. Al entrar, fue recibido por un hombre alto, de piel tostada por el sol, brazos fuertes y una sonrisa fácil. Vestía una camiseta ajustada manchada de grasa y unos pantalones de mezclilla gastados.

—¿Problemas con la bici? —preguntó el mecánico, limpiándose las manos en un trapo.

—Sí, creo que algo anda mal con el pedal. Siento que se afloja cada vez que pedaleo —respondió San, bajándose de la bicicleta.

El mecánico asintió, acercándose para inspeccionarla.
—Déjame echarle un vistazo. Soy July, por cierto.

—San —respondió, ofreciéndole la mano. Este la estrechó con fuerza, y San no pudo evitar notar la calidez de su agarre.

Mientras trabajaba en la bicicleta, San no pudo evitar quedarse observándolo. Había algo en su actitud relajada pero eficiente que lo fascinaba. Las conversaciones comenzaron siendo superficiales: las rutas más populares, el clima ideal para pedalear, los desafíos de ser ciclista en la ciudad. Pero con cada comentario, la química entre ellos crecía.

—Listo, tu bici está como nueva —dijo el hombre después de un rato, levantándose y limpiándose las manos.

—Gracias, ¿Cuánto te debo? —preguntó San, sacando su billetera.

July negó con la cabeza.
—Invítame un café algún día, y estamos a mano.

San no supo qué responder de inmediato. Pero antes de darse cuenta, dijo:
—¿Qué tal ahora?

Ambos rieron, y en cuestión de minutos, estaban sentados en una pequeña cafetería cercana. La conversación fluyó como si se conocieran de toda la vida. El hombre habló de cómo había aprendido el oficio de su padre y de su pasión por el ciclismo de montaña, mientras San le contaba anécdotas de sus rutas de carretera.

Cuando terminaron el café, July se ofreció a acompañarlo de vuelta a su departamento para asegurarse de que la bicicleta estuviera funcionando perfectamente. Una vez allí, la atmósfera entre ellos cambió. Lo que había comenzado como un encuentro casual entre ciclista y mecánico se transformó en algo más intenso, más íntimo.

Esa tarde, San descubrió que la conexión era tan inesperada como magnética. No era algo que hubiese planeado, pero en ese momento, no le importaba.

Al despedirse, July le sonrió con ese aire relajado que tanto le atraía.
—Si vuelves a tener problemas con tu bici… o si simplemente quieres charlar, ya sabes dónde encontrarme.

San cerró la puerta con una sonrisa en los labios, sintiendo que aquel día, entre pedalazos y reparaciones, había encontrado algo que no esperaba.

Jul...ian era el 5to de 7 hijos de una pareja conformada por un mecánico y una ama de casa que vendía pozole los fines de semana. Era el 4 hombre y uno de los sustentos de su casa ya que su papá sufrió un accidente en el taller y quedó paralizado de la cintura para abajo. Aunque el quería realizarse como bailarin pero quien en su sano juicio podría realizarse viniendo desde abajo, con la responsabilidad de mantener a tu familia y con los prejuicios que implica el machismo.

jueves, 17 de noviembre de 2022

Q…

 03. Leer escuchando: "Sexy Boy" by Air

Era un sábado tranquilo, pero San no podía quitarse de la cabeza el reencuentro con Pipin. Habían pasado días desde aquella conversación en el parque, y aunque San no era del tipo que esperaba señales del destino, no podía evitar sentirse inquieto. Así que, como cualquier otra mañana de fin de semana, decidió salir a desayunar en su café favorito, tratando de despejarse.

El lugar estaba más lleno de lo habitual, y San apenas logró encontrar una mesa en la esquina. Mientras esperaba su café, un hombre alto, de cabello rizado y una sonrisa descarada, se acercó con acento argentino inconfundible.

—¿Te importa si compartimos mesa? Está todo lleno y, bueno, prometo no hablar demasiado… a menos que quieras —dijo con un tono juguetón.

San, algo desconcertado pero intrigado, asintió.
—Claro, adelante.

El hombre estaba de paso en la ciudad por un proyecto fotográfico. En cuestión de minutos, la conversación fluía con naturalidad. Tenía una energía magnética, su forma de hablar combinaba confianza y un toque de humor que desarmaba a cualquiera.

—Así que, San, ¿Cuál es tu historia? —preguntó, mientras tomaba un sorbo de su café.

San sonrió, algo nervioso.
—Oh, no es tan interesante como la tuya, seguro. Trabajo como editor en una revista, vivo cerca, y… bueno, últimamente, estoy lidiando con un reencuentro del pasado.

El hombre arqueó una ceja, interesado.
—¿Reencuentro del pasado? Eso suena a drama de telenovela.

San se rió, bajando la mirada.
—Más o menos. Es complicado.

—Complicado siempre es interesante —respondió con una sonrisa que hizo que San sintiera algo en el estómago, una mezcla de nervios y atracción.

La charla continuó hasta que, de forma casual pero directa, dijo:
—Tengo que admitirlo, sos muy lindo.

San se sonrojó, sorprendido por la franqueza.
—Gracias… tú también.

—¿Qué hacés después de esto? —preguntó, mirándolo fijamente.

San dudó un momento, pero recordó las palabras de Mar sobre escuchar al corazón, aunque esta vez era más bien otra parte del cuerpo la que estaba hablando.
—Nada especial.

Una hora después, estaban en el departamento de San. Lo que empezó con un beso tímido en la puerta terminó en un torbellino de pasión. Era tan intenso como su acento, y San no recordaba la última vez que había sentido algo tan físico, tan inmediato, sin pensar demasiado.

Cuando todo terminó, el hombre se recostó a su lado, todavía riendo entrecortadamente.
—Tengo que decirlo, San, fue un desayuno memorable.

San sonrió, mirando el techo.
—Definitivamente no esperaba que mi día terminara así.

Q. se giró hacia él, apoyando la cabeza en una mano.
—A veces, lo mejor que nos pasa es lo que no esperamos.

San no pudo evitar pensar en Pipin por un momento, pero decidió no analizarlo demasiado. Quizá sus amigos tenían razón. A veces, simplemente había que dejarse llevar.


Conforme pasan los años, es más común que las personas salgan del closet a más temprana edad pero no para Q…uentin. Aunque se había percatado desde muy joven de su afición a los penes y a los hombres, no fue hasta que cumplió 12 años de casado y su hijas estaban en la adolescencia, asumió abiertamente que era homosexual.

martes, 15 de noviembre de 2022

H…

 02. Leer escuchando: "Beatiful" by Moby


Las palabras, en ocasiones, son más poderosas que cualquier otro acto...

Era domingo por la tarde y los tres estaban reunidos en el café de siempre. San aún estaba procesando su reencuentro con Pipin, mientras Lula hojeaba distraídamente una revista. Mar, como siempre, llegó tarde, pero con su energía característica.

—¡Chicos! Tienen que escuchar esto —dijo Mar dejando su abrigo en el respaldo de la silla y sentándose con un aire triunfal.

—A ver, sorpréndenos —respondió Lula, sin levantar la vista de la revista.

—Conocí a alguien el fin de semana —dijo Mar con una sonrisa de esas que prometían una historia inolvidable.

San levantó una ceja.
—Mmmm ¿Alguien? ¿Quién?

—Un chico increíble —comenzó Mar, mientras jugaba con la cucharita de su café—. Guapísimo, con unos ojos que te desarman. Nos conocimos en una fiesta y todo fluyó. Mucha química, ya saben. Terminamos en mi departamento.

—Hasta ahora, todo bastante típico en tus historias —comentó Lula, alzando una ceja.

Mar se echó a reír.
—Espera, que viene lo bueno. Pasamos un rato increíble juntos, pero cuando todo terminó, me di cuenta de que él no había dicho ni una sola palabra.

San frunció el ceño, confundido.
—¿Cómo que no dijo nada? ¿Ni antes ni después?

—¡Exacto! —dijo Mar, golpeando la mesa con las palmas, emocionado—. Y yo, en mi arrogancia, pensé: “Bueno, quizás es tímido”. Pero entonces intenté hablarle un poco más, y él sacó su teléfono y me escribió: “Soy mudo”.

Lula dejó caer la revista al suelo y se echó a reír tan fuerte que casi derramó su café.
—¡No puede ser! ¿En serio? ¿Y tú no lo notaste antes?

—No tenía ni idea —confesó Mar entre risas—. Todo lo que hicimos en la fiesta fue bailar y mirarnos, y ya sabes, en esas circunstancias, no es que prestes mucha atención al tema de las palabras.

San, que al principio estaba perplejo, terminó riendo también.
—¿Y cómo te sentiste después?

—Honestamente, al principio me sentí un poco tonto por no haberme dado cuenta antes —admitió Mar, encogiéndose de hombros—. Pero luego pensamos en lo surrealista de la situación y terminamos muertos de risa los dos. Me enseñó un par de frases en lengua de señas antes de irse, entre otras cosas.

Lula, aún recuperándose, lo miró divertida.
—Bueno, Mar, si eso no es una señal del universo para que aprendas lengua de señas, no sé qué lo sea.

Mar sonrió, tomando un sorbo de café.
—Ya me descargué una app para aprender. Quién sabe, quizá el destino me lo cruce otra vez.

Los tres se echaron a reír, mientras la conversación seguía con bromas y anécdotas, como siempre ocurría entre ellos.
 
H...oracio había nacido en una familia "feliz" si así lo podemos llamar, sus papás esxtaban muy contectos de tenerlo después de años de intentar tener hijos, cuando era momento de que desarrollara sus capacidades verbales se dieron cuenta de su impedimiento para poder hablar, lo cual trajo sufrimiento innecesario en sus papás pero pese a ello, logró salir adelante.
 
 
La relación entre sus papás se sostenía de un muy delgado hilo que terminó de romperse cuando Horacio se asumió como un hombre gay, porque podían lidiar con sus discapacidad pero jamás con su homosexualidad.

viernes, 11 de noviembre de 2022

P…

 01. Leer escuchando: "Feel the Love" by Rudimental feat. John Newman

La nostalgia es la más grande arma de destrucción...

¿Te has encontrado con tu primer amor? Yo si, hoy lo hice, tenía una vida sin verlo. Hay que mencionar que la última vez era otra década, de hecho creo que era otro siglo y vivía fuera de esta ciudad ¿olvide mencionar que es hombre también? ...

San no había dejado de pensar en aquel día. Caminaba por el parque donde solía pasar las tardes y de repente lo vio: Pipin. Su primer amor. Su corazón dio un salto inesperado. No se habían visto desde que la vida los llevó por caminos diferentes hace 15 años.

Pipin lucía diferente, pero su sonrisa seguía siendo la misma. Bastó un “hola” tímido para que las memorias volviesen en cascada. Hablaron, recordaron, rieron. Diego estaba de paso en la ciudad por trabajo, pero en ese breve momento, parecía que el tiempo no había pasado.

Más tarde, San no pudo contenerse y llamó a Lula y Mar, sus mejores amigos, para contarles lo ocurrido.

—¡No lo puedo creer! —exclamó Lula, recostada en el sofá de su pequeño departamento mientras San le relataba todo por videollamada. Su cabello corto estaba desordenado, pero su mirada brillaba de emoción.
—¿Pipin? ¿El Pipin? ¿El mismo que te rompió el corazón y sacó del closet? —preguntó Mar, alzando una ceja, con una sonrisa pícara en los labios.
—El mismo —dijo San, suspirando y llevándose una mano al pecho—. No sé cómo explicar lo que sentí. Fue como si el pasado regresara de golpe, pero al mismo tiempo, éramos dos extraños.

Lula chasqueó la lengua.
—¿Y qué te dijo? ¿Está casado? ¿Soltero? ¿Qué onda?
—Está soltero —respondió San rápidamente, un poco más emocionado de lo que habría querido—. Dice que ha estado viajando mucho, que su trabajo le exige moverse por todos lados.

Mar, que siempre tenía una perspectiva más relajada, tomó un sorbo de su café antes de opinar:
—San, ¿Qué estás pensando? Porque te conozco. Esto no es solo un encuentro casual para ti.

San se quedó en silencio por un momento antes de confesar:
—No lo sé. Fue lindo verlo, pero también sentí una mezcla rara. Como nostalgia, pero también miedo. Yo no soy el mismo que él conoció, y estoy seguro de que él tampoco lo es.

Lula sonrió.
—Bueno, creo que eso es lo interesante, ¿no? Si la vida los cruzó de nuevo, tal vez sea una oportunidad. No tiene que ser algo romántico. Quizá solo era algo que tenías que vivir.

Mar asintió.
—Exacto. No te apresures. Pero si algo aprendí siendo yo mismo una “bola de caótica bisexualidad” —dijo riendo—, es que a veces vale la pena escuchar lo que sientes.

San sonrió. Sabía que tenía dos amigos increíbles a su lado, y aunque no sabía qué haría con lo que sentía, algo en su interior le decía que este reencuentro no era una simple coincidencia.