06. Leer escuchando: "Ride" by Lana del Rey
El viernes por la noche, San llegó al departamento de Pablo y Sergio, una pareja de amigos suyos que siempre organizaban las mejores cenas. Habían insistido en que fuera, y aunque al principio dudó, terminó aceptando para despejar la mente tras una semana caótica. Lo que no sabía era que la velada traería una sorpresa que no esperaba.
Cuando llegó, Pablo lo recibió con una gran sonrisa y una copa de vino en la mano.
—¡San, qué bueno que viniste! Pasa, todos ya están aquí.
San entró, y al instante notó algo peculiar: la sala estaba llena de parejas. Todos hombres, charlando animadamente, sentados de a dos en los sofás y las sillas alrededor de la mesa. Por un momento, sintió que había interrumpido algo privado.
Sergio apareció a su lado y le dio un abrazo.
—No te preocupes, eres nuestro invitado especial.
San, que aún trataba de entender la dinámica, se acercó a servirse algo de vino mientras observaba al grupo. Había seis hombres en total, además de Pablo y Sergio, todos acompañados de sus respectivas parejas. La conversación giraba en torno a viajes, relaciones y trabajo, y aunque San intentaba integrarse, no podía evitar sentirse un poco fuera de lugar.
—¿Así que eres el único soltero de la mesa? —dijo uno de los invitados, un hombre llamado Alejandro, con una sonrisa amigable.
San se encogió de hombros, intentando tomarlo con humor.
—Parece que sí. No me dijeron que era una cena de parejas, pero aquí estoy.
Alejandro rió.
—Bueno, entonces tienes toda nuestra atención. Cuéntanos, ¿cómo es la vida siendo el chico libre de la noche?
San sonrió, acostumbrado a ese tipo de comentarios.
—Menos complicada, supongo. Aunque no siempre por elección.
Entre risas y anécdotas, la conversación continuó, y San empezó a relajarse. Pero lo que realmente llamó su atención fue el único hombre que estaba solo al otro lado de la mesa. Era alto, de cabello oscuro y rizado, y parecía igual de desubicado que él.
Durante la cena, intercambiaron miradas y sonrisas discretas. Finalmente, en el momento del postre, Pablo, como buen anfitrión, no pudo evitar intervenir.
—Ah, casi lo olvido. San, te presento a Deede. Es amigo mío del trabajo y, al igual que tú, vino solo esta noche.
San sintió que todas las miradas se posaban sobre ellos mientras Deede sonreía y levantaba su copa.
—Supongo que somos los “solteros de honor” esta noche.
San rió, sintiendo cómo la incomodidad desaparecía poco a poco.
—Bueno, al menos somos dos.
Después de la cena, mientras las parejas seguían conversando en pequeños grupos, Deede se acercó a San con dos copas de vino.
—¿Te parece si compartimos el rincón de los no emparejados?
San aceptó con una sonrisa, y pronto estaban charlando como si se conocieran de toda la vida. Él era arquitecto, le encantaba viajar, y tenía un sentido del humor que hacía que todo fluyera naturalmente.
Cuando la noche llegó a su fin, Sergio no perdió la oportunidad de lanzar un comentario sarcástico.
—Creo que los solteros de honor ya no están tan solos.
"La pareja de la noche" rio, intercambiaron números, y aunque ninguno sabía si aquello sería el inicio de algo más, ambos estaban agradecidos por aquella cena inesperada.
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